Sueño,
vigilia y consciencia Manuel de la Herrán Gascón En este artículo doy mi opinión acerca de si existe, por lo general, un diferente nivel de consciencia asociado a lo estados mentales de sueño y vigilia. Al contrario de lo que la gente piensa, creo que cuando dormimos, al menos en algunos casos, somos más conscientes, que cuando estamos despiertos. De hecho, dormidos recordamos lo ocurrido durante el día (y más concretamente, aquello que ha mantenido ocupada nuestra mente), pero despiertos muy difícilmente recordamos nuestros sueños. Esto puede explicar por qué muchas veces, cuando despertamos, emocionados tratamos de explicar a los demás lo poco que de nuestros sueños somos capaces de recordar, mientras nuestros interlocutores se aburren con nuestras descripciones: esos recuerdos que tratamos de explicar nos evocan el estado de consciencia más elevado que ni siquiera sabemos que hemos perdido.
Este
artículo está contenido dentro del libro Arena
Sensible de Manuel de la Herrán Gascón, publicado en
Abril de 2005 bajo licencia Creative Commons, y editado por
REDcientífica. Pulse
aquí para consultar más información sobre el libro. En
este texto se trata el asunto de los distintos niveles de consciencia en
función de los distintos estados mentales, como son el sueño o la
vigilia. Es
habitual relacionar distintos estados mentales con distintos niveles de
consciencia, entendida en este caso la consciencia como "darse cuenta
de". Por
ejemplo, frecuentemente se asocia el estado de vigilia con un nivel de
consciencia relativamente alto, mientras que un estado de euforia, de
depresión, una borrachera, la ligera somnolencia o el dormir
profundamente se asocian con niveles de consciencia inferiores. Es
difícil referirse a la consciencia sin tener en cuenta el objeto hecho
consciente. Para hacerlo más fácil puede ser útil la siguiente metáfora:
imaginemos que disponemos de un filtro de luz que permite que podamos ver
una misma imagen, ya sea nítidamente y con un gran contraste, o por el
contrario de forma borrosa y desenfocada. Un alto nivel de consciencia es
análogo a poseer esta visión nítida, independientemente de cual sea la
imagen que estemos observando. Por ello, al tratar la consciencia, es
recomendable que el lector piense no sólo en una "consciencia
pura" (o subjetividad pura) sino también en ejemplos de aquello
susceptible de ser el objeto consciente (ser consciente de estar vivo, de
necesitar algo, de ser algo, de no serlo, de acertar, de equivocarse,
etc.) En
este texto entenderemos la consciencia como la capacidad de "darse
cuenta de", independientemente de "que" se trate. Es decir,
no despreciaremos el objeto consciente onírico por el hecho de no
pertenecer al presunto "mundo real" convencional, sino que únicamente
nos fijaremos en algo parecido a la intensidad de la percepción. Utilizando
la analogía anterior, se puede decir que intentaremos observar si el
"filtro" que utilizamos es un filtro nítido o borroso,
independientemente de que la imagen que estamos observando sea una
fotografía (análoga al sueño, por no-real) o una perspectiva de los
objetos que se encuentran justo enfrente nuestro. Existen
al menos dos indicios de que la popular consideración según la cual el
sueño corresponde con un nivel de consciencia inferior a la vigilia, es
algo precipitada:
Muchos hemos experimentado que ante un compromiso
fijado a cierta hora, somos capaces de despertarnos, sin ayuda
externa, y con bastante precisión, en el momento deseado. Parece como
si el sub-consciente (presuntamente menos-consciente) supiera
de alguna forma el tiempo que ha transcurrido desde la última vez que
consultamos el reloj. Darse cuenta del tiempo transcurrido con precisión
es una buena señal de consciencia mostrada por este "sub"-consciente.
Por otra parte, es también totalmente habitual
despertarnos recordando el sueño que acabamos de tener. Y sin
embargo, acto seguido, observar cómo este sueño se difumina, y en la
mayoría de los casos, llega a borrarse completamente de la memoria
consciente, que es incapaz de recordar lo que hasta hace sólo un
momento se vivía intensamente. No
parece descaminado entender el yo como la entidad
sensible que experimenta situaciones, ya sea en el
"mundo real" o en el "mundo onírico". Desde este
planteamiento:
El yo, en estado dormido, al menos en algunos
casos, parece capaz de medir bastante bien el tiempo sin ayuda de
relojes.
El yo, en estado despierto, recuerda con mucha
dificultad lo sucedido anteriormente, en el estado dormido. Siguiendo
el simple criterio de identificar "consciente" con "capaz
de darse cuenta de", nos encontramos con que el estado de dormido no
es menos consciente que el de vigilia, es mas, pudiera darse el caso de
ocurrir justo al contrario. Dormidos
no olvidamos lo ocurrido en el día y prueba de ello es la muy frecuente
situación de soñar con sucesos ocurridos en las horas anteriores. Por
otra parte, el sudor y la angustia de las pesadillas, así como el
disfrute de los sueños placenteros nos indica que dormidos experimentamos
los sucesos de una forma especialmente intensa. Todo
esto parece indicar que, al contrario de lo que la gente piensa, al menos
en unos cuantos casos, cuando dormimos somos mas conscientes de lo que
ocurre (en nuestro sueño) y de lo que ha ocurrido (en el día de hoy),
que en estado de vigilia. Según
esta interpretación, en el momento de despertarnos, lo que ocurre es que
entramos en un nivel de consciencia inferior, por eso olvidamos casi
inmediatamente el sueño que acabamos de tener. Los pocos recuerdos que
podamos mantener del sueño, ya sean agradables o desagradables, nos
parecen importantísimos, ya que nos evocan este estado de consciencia más
elevado que ni siquiera sabemos que hemos perdido. Da
exactamente igual de qué trate el sueño que hemos tenido. Emocionados,
tratamos de explicarlo a los demás, quienes normalmente serán incapaces
de captar el fondo de lo que intentamos explicar y se aburrirán con
nuestras descripciones. Otro
enfoque del problema puede destacar la separación entre una y otra
consciencia (vigilia y sueño), en una suerte de esquizofrenia
institucionalizada. Es decir, podemos entender que dormido hay una entidad
sensible, una consciencia, y despierto hay otra distinta. Dos entidades
espirituales en una misma materia. Y que esta separación entre ambas sea
la que explique el olvido de los sueños. Aún
con este punto de vista, a pesar de tratarse de dos entidades distintas,
las podemos comparar y llegar a la conclusión de que el nivel consciente
del sueño no tiene nada que envidiar al nivel consciente de vigilia. No
olvidemos la gran desventaja con la que cuenta el estado dormido: la
dificultad para transmitir la experiencia a otros. Sin duda, cuanto más
cierto sea que el estado de vigilia sea menos consciente que el estado
dormido, menos capaces seremos de descubrir (en vigilia) que la vigilia
posee menos consciencia que el sueño. Debemos reconocer también las
dificultades en sentido contrario. Aunque una persona recuerda
habitualmente tanto lo ocurrido durante el día como algo ocurrido hace
decenas de años que creía olvidado, ya que sueña con ello, es problemático
-y de mal gusto- que sea otra persona la que moleste a quien duerme
tratando de transmitirle información. El análisis
racional y la comunicación humana se producen en vigilia, y en este
estado no es común recordar los sueños o se hace con dificultad, así
que es realmente costoso no minusvalorar el estado consciente del sueño
analizado desde la lejanía del consciente despierto, precisamente, debido
a que el despierto es un estado menos capaz de hacer este tipo de cosas. En
cambio, dormidos, debido a este nivel mas elevado de consciencia, podemos
recordar, aunque distorsionados -y "distorsionados", según los
criterios del estado despierto, obviamente- los sucesos ocurridos en el día,
de una forma mas intensa. Dicho
de una forma casi humorística, lo que planteo es que ahora, despiertos,
mientras leemos este artículo, es posible que no quedemos convencidos de
lo que aquí se dice y que pensemos que en este momento somos más
conscientes que cuando dormimos. En cambio, por la noche, soñando, nos
daremos cuenta de que no es así, sino que soñando somos mucho más
conscientes, y vivimos los acontecimientos (soñados) más intensamente.
Sin embargo, despertaremos y al hacerlo, olvidaremos nuestro sueño y
nuestra consciencia superior, y pensaremos de nuevo, erróneamente, que
despiertos somos más conscientes de lo que lo somos soñando. Es
mas, es muy probable que dormidos, experimentando este estado de
consciencia mas intensa, recordemos lo transcurrido en el día como un
conjunto de tonterías absurdas, como una borrachera, como una niñez. La
forma en que interpretamos los sucesos reales durante el sueño (fuente
del psicoanálisis y de otras corrientes psicológicas) sería una forma
privilegiada de interpretar la realidad, mediante lo que para nosotros son
complejos argumentos que nuestra mente consciente despierta sólo entiende
con gran dificultad, pero que al llegar la noche entiende de nuevo
claramente.
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