Galileo y el difícil comienzo de la ciencia moderna

Alicia Escribano Gallego

Galileo fue víctima de las circunstancias que lo rodeaba. No es posible saber cuáles eran los deseos y las razones que movieron a actuar a Galileo, a sus partidarios o a sus detractores. Sólo podemos analizar el registro de los hechos y obtener nuestra conclusión.


Introducción

Galileo nació el 15 de febrero de 1564 en Pisa. En 1581, ingresó en la Universidad de Pisa para estudiar Medicina y fue expulsado en el tercer año de medicina por su actitud. Entonces se trasladó a Florencia para aprender Filosofía y Matemáticas

Siendo estudiante en Pisa en un oficio religioso, observó la regularidad con que oscilaba la gran araña de la catedral midiéndola con su propio pulso. A partir de este hecho, repitió el experimento con péndulos y descubrió que el periodo de vibración es independiente de la masa del péndulo y de la amplitud del movimiento y sólo depende de la longitud. Esta ley es la base la construcción de los relojes.

En 1589 fue nombrado profesor de matemáticas de la Universidad de Pisa y, posiblemente influido por la obra del español Domingo de Soto, estudió la caída de graves ( y el movimiento de proyectiles y se opuso a la Mecánica de Aristóteles que sostiene que la velocidad de caída de los cuerpos era proporcional a su peso La leyenda cuenta que los dejaba caer desde la torre de Pisa que con su inclinación facilitaba el experimento. Lo cierto es que utilizó planos inclinados y clepsidras (relojes de agua) para obtener datos precisos. Justamente la falta de precisión en las observaciones permitía mantener la Física aristotélica. En 1592 no le renovaron su contrato, posiblemente por su enfrentarse a la Física aristotélica pero fue admitido en la Universidad de Padua, donde continuó hasta 1610 y gozó de un gran prestigio.

Galileo es el precursor del actual Método Científico. Hasta ese momento, la ciencia estaba dominada por la influencia de Aristóteles, en el que la deducción: se partía de los principios evidentemente ciertos, llamados axiomas, y sólo mediante la capacidad de deducción, se construían las teorías.

Galileo, incorpora la importancia de la inducción. Así, antes de formular ninguna teoría es necesaria la realización de experimentos que se puedan repetir y que involucren magnitudes que se puedan medir.

En 1609, poco tiempo después de la invención del telescopio (aunque aún se discute quién fue su inventor, normalmente se le atribuye a Hans Lippershey sobre 1608) Galileo construyó el suyo.

Fue el primero en realizar descubrimientos astronómicos como centenares de nuevas estrellas, los cráteres en la luna, las fases de Venus, los anillos de Saturno, las manchas solar y la rotación del sol y los cuatro satélites internos de Júpiter gracias al telescopio. Estos descubrimientos fueron publicados en 1610 en su obra Sidereus Nuntius.

Galileo fue perturbador en muchas facetas de su vida, por ejemplo, rechazaba el uso de las ropas académicas instituidas porque eran incómodas por lo que fue sancionado en varias ocasiones. También mantuvo relaciones con una mujer a pesar de su condición de clérigo con la que fue padre de dos hijas a las que obligó a ingresar en un convento antes de la edad requerida a un convento.

En 1616 se amonestó a Galileo, para que abandonara la teoría heliocéntrica y se abstuviera de defenderla.

En 1623 se pretendió denunciar a Galileo por su filosofía atomista, expuesta brevemente en Il Saggiatore. Se le acusaba de negar la objetividad de las cualidades sensibles (olor, sabor tacto del pan,...) en contra de la doctrina del Concilio de Trento sobre la Eucaristía, según la cual, después de la consagración, se encuentran las especies sacramentales sin su sujeto natural.

También en 1632, apareció Diálogo sobre los dos máximos sistemas del mundo apoyado, en principio, por el Papa Urbano VIII. Sin embargo, esta obra resultó ser una sátira en la que el Papa estaba representado por un personaje llamado Simplicio que era vencido en el diálogo que mostraba los inconvenientes del modelo geocéntrico de Ptolomeo frente al modelo heliocéntrico copernicano. El libro fue prohibido en 1632 y su autor fue citado ante el tribunal de la Inquisición y obligado a retractarse de públicamente. Si creemos en la leyenda, cuando se levantó murmuró la célebre frase Eppur si muove (Y, sin embargo, se mueve)

Después del proceso, Galileo fue condenado a prisión domiciliaria primero en Siena y después en las afueras de Florencia. Su último libro fue Diálogos de las Nuevas Ciencias, que condensa todos sus estudios sobre el movimiento y la mecánica y se imprimió clandestinamente en Holanda, en 1638.

La observación del sol sin las debidas precauciones lo sumergió en la ceguera durante los últimos años de su vida y murió el 8 de enero de 1642, cuando trabajaba con su hijo en la puesta punto de un reloj con péndulo regulador. En 1656, el astrónomo holandés Christian Huygens utilizó los principios descubiertos por Galileo para construir los primeros relojes de precisión.

Galileo inicia el desarrollo de la Ciencia como la conocemos hoy, pero su influencia también fue decisiva para la historia, la técnica y la navegación Para comprender esto, veamos cuál era su entorno histórico, político y científico.


Progresos cartográficos y náuticos.

En el siglo IV antes de Cristo, Aristóteles dio dos argumentos para comprender que la Tierra es esférica. Por una parte, la sombra de la Tierra proyectada en la Luna durante un eclipse es curva. Por otra, la elevación de las estrellas es distinta según sean observadas más al Norte o al Sur. Hay otro motivo importante: desde cualquier puerto se ve como al alejarse los barcos desaparece en el horizonte: primero el casco y después se hunden los palos independientemente de la dirección que tomen. Esta constante es característica de una superficie esférica. En el año 230 antes de Cristo, Eratóstenes estableció el radio de la Tierra en 6400 Km. El radio medio es de 6371 Km..

La determinación de una posición sobre la superficie de la Tierra es un problema más difícil cuya importancia en la navegación es doble: Por una parte, debemos conocer nuestra posición y por otra, debemos saber a dónde nos dirigimos.

El cálculo de la posición involucra la medida de dos ángulos: la latitud y la longitud. La latitud de una posición es igual a la elevación de una estrella situada sobre el Polo Norte (posición temporal por el efecto de la precesión: el eje de la tierra gira describiendo un cono cuyo abertura mide 47º cada 26.000 años) y es relativamente fácil de calcular.

La longitud es mucho más difícil de medir. Una posibilidad consiste en obtenerla observando a qué hora ocurre un acontecimiento celeste cuya hora sea previamente sabida para un lugar de la Tierra conocido y restar ambas horas: cada hora de diferencia representa una longitud 15º diferente. Este método precisa de un reloj preciso.

El propio Colón intentó estimar su longitud en su cuarto viaje al Nuevo Mundo observando a qué hora ocurría un eclipse lunar en el puerto de Santa Gloria, Jamaica el 29 de febrero de 1504. Estimó siete horas y quince minutos al oeste de Cádiz, según la hora predicha en un almanaque que llevó a bordo. Descubrió un error de aproximadamente de 38º respecto a su estimación anterior.

En 1598, Felipe III (1578-1621), rey de España, Portugal y las Dos Sicilias (Sicilia y Nápoles) ofreció un premio de 6.000 ducados más 2.000 de renta vitalicia y otros 1.000 de ayuda de costa para quien fuese capaz de proporcionar un método para determinar la longitud en el mar. Se recibieron muchas ideas descabelladas y la primera respuesta con un proyecto razonable se debió a Galileo en 1616. Pensó en utilizar los eclipses de los satélites de Júpiter como un reloj celestial para la determinación práctica de longitudes, pero la necesidad de calcular efemérides exactas y la dificultad de observar los satélites a bordo de una nave indujeron a los asesores de Felipe III a rechazar esta posibilidad. Sin embargo, con el procedimiento propuesto por Galileo, el astrónomo inglés James Bradley determinó en 1726 las longitudes de Lisboa y Nueva York.

En cualquier caso, la relación entre la corona española y Galileo debió de ser bastante importante. Por una parte, el español Domingo de Soto (1494-1560), como Galileo, fue pionero en el estudio de la cinemática, en particular la caída de graves y el movimiento uniformemente acelerado. Sus principales obras son Comentarios y Cuestiones a la Física de Aristóteles y Cuestiones de Física. Es posible que influyera sobre Galileo.

Por otra parte, Benito Daza Cortés (1591-1623) notario del Santo Oficio, escribió Uso de los Anteojos publicado en 1623. La última parte de esta obra se compone de cuatro Diálogos. El último contiene la primera referencia de la literatura española al telescopio y a la observación de la Luna y las estrellas y se titula Siderus Nuncius, como la obra publicada por Galileo diez años antes y seguramente bajo su la influencia

Mucho más tarde, en 1714, el gobierno inglés ofreció un premio de 20.000 libras para quien hallara la forma de calcular la posición de una nave con un error menor de medio grado. El cartógrafo alemán Tobias Mayer, con los nuevos métodos de Euler, presentó en 1757 unas tablas de la posición de la luna. Por otra parte, el artesano británico John Harrison proporcionó el cronómetro marino basado en los relojes de precisión de Huygens. Ambos métodos se fundamentan en los estudios de Galileo


Los inicios de la astronomía moderna.

Copérnico (1473-1543) finalizó después de muchos años de estudio su trabajo sobre la teoría heliocéntrica. Esta teoría, sin embargo, también requería de complicados mecanismos, los epiciclos para la explicación de los movimientos planetarios y en la práctica, los cálculos para predecir sucesos astronómicos eran tan complejos como en la teoría geocéntrica de Ptolomeo, porque las trayectorias de los cuerpos celestes se descomponían siempre en círculos perfectos.

Amigos de Copérnico publicaron su trabajo principal titulado Sobre las revoluciones de las esferas celeste", cuya copia, se dice, recibió Copérnico en su lecho de muerte.

La teoría heliocéntrica tuvo una expansión rápida pero también fue criticada pronto sobre todo por teólogos protestantes pero la iglesia católica no se opuso a la obra de Copérnico hasta 1616, fecha del primer proceso contra Galileo.

El astrónomo danés Tycho Brahe (1546-1601) no aceptó la teoría heliocéntrica. En su opinión, la tierra era el centro del universo y el Sol, la Luna y la bóveda celeste ( se creía que las estrellas estaban fijadas en una esfera rígida) giraban a su alrededor aunque Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno giraban alrededor del sol.

Según su criterio, si el Sol estuviera inmóvil en el centro de la esfera celeste y la Tierra diera una vuelta alrededor del Sol cada año, se debería notar por efecto del paralaje un cambio en la posición de las estrellas según la estación del año. Cuando una estrella es observada desde la derecha del sol, se debería un poco más a la izquierda que seis meses antes, cuando se oobservaba desde el otro lado de la órbita.

En cambio, si fuera la Tierra la que ocupara el centro de la esfera celeste, las estrellas siempre se verían en el mismo sitio. Sus observaciones con instrumentos de alta precisión lo convencieron de que las estrellas siempre estaban en la misma posición.

A juicio de Tycho Brahe, si la teoría de Copérnico fuera cierta y la Tierra no estuviera fija, la distancia hasta las estrellas debería ser tan grande que impediría apreciarlo. Con la precisión de sus instrumentos, la distancia entre la Tierra y las estrellas debieran ser 3.000 veces superior a la distancia entre la Tierra y el Sol.

Como también había estimado el diámetro aparente de las estrellas, calculó que la distancia a las estrellas de primera magnitud era unas 2.000 veces mayor que su diámetro real. Combinando esto con la cifra anterior, resulta que el diámetro de algunas estrellas es superior a la distancia de la Tierra al Sol.

No parecía tener ningún sentido que el universo contuviese muchos objetos grandes en los bordes, pero que en el centro hubiera un inmenso espacio vacío ocupado únicamente por un sol mucho menor que ellos, seis planetitas todavía más diminutos, y la luna, menor aún y Brahe creyó demostrar sin ninguna duda que Copérnico estaba equivocado: la Tierra está siempre a la misma distancia de las estrellas, pero el sol no.

Las observaciones de Tycho Brahe nunca fueron publicadas durante su vida aunque Kepler (1571-1630) consiguió su cesión y con ellas dedujo que la órbita de los planetas es elíptica las leyes de Kepler. Estas novedades permitieron hacer predicciones mucho más exactas (en 1627 Kepler publicó las Tablas rodolfinas (en honor al emperador Rodolfo que fueron la base de todos los cálculos de órbitas celeste durante varios decenios) y acrecentaron la confianza en el sistema heliocéntico.


Europa dividida por la religión.

Durante el reinado de Felipe II (1527-1598), las maniobras diplomáticas y militares de los poderes católicos persiguieron la supresión del protestantismo que se había asentado en sus posesiones en los Países Bajos. Los fundadores de las iglesias protestantes más importantes son Lutero (1483-1546), Calvino (1509-1564) y Enrique VIII (1509-1547).

En 1567, Felipe II puso bajo las ordenes del Duque de Alba un ejército formado por 60.000 hombres para luchar contra el protestantismo en los Países Bajos. En 1578, después de una serie de retrocesos católicos en las provincias holandesas, los tercios españoles, ahora bajo el orden del Duque de Parma, reconquistaron las provincias rebeldes y España amenazaba a Francia, Inglaterra, y los estados alemanes protestantes.

Como consecuencia, estos países ayudaron a los holandeses y Felipe II recibió el apoyo del papa Sixto V, quien financió parte de la expedición de la armada invencible y formó la Armada Vaticana, para restaurar el catolicismo en Inglaterra donde el anglicanismo había sido instituido por Enrique VIII.

Otra razón que descompuso las relaciones entre España y Inglaterra desde 1569 fue el esfuerzo español para proteger su monopolio comercial con América porque las naves enviadas a sus colonias en el Nuevo eran hostigadas por corsarios ingleses como John Hawkins y Sir Francis Drake animados por la reina Isabel de Inglaterra.

Además, María Estuardo, reina católica de Escocia, se vio obligada a abdicar en su hijo en 1568 por la presión de los protestantes y buscó refugio en Inglaterra bajo la protección de su prima Isabel. Alegando ilegitimidad de Isabel reclamo el trono de Inglaterra y fue apoyada por las fuertes minorías católicas. Sin embargo, Isabel logró dominar la conspiración y mantuvo a Maria Estuardo prisionera hasta su ejecución en 1587. En este año llevó a cabo la expedición de la Armada Invencible.

Aunque la derrota de la Armada Invencible acabó con la supremacía marítima de España y Portugal a favor de Inglaterra, los conflictos entre los poderes católicos y protestantes continuaron hasta la Guerra de los Treinta Años entre 1618 y 1648 y que terminó con la segregación de los Países Bajos del Imperio, entre otras consecuencias.


El proceso de Galileo.

Galileo, sufrió dos procesos inquisitoriales: el primero en 1616 y el segundo en 1636. El proceso de 1616 coincide en el tiempo con el descubrimiento de las lunas jovianas, que terminó por influir en la cartografía y, por lo tanto, en la navegación.

Las ideas de Galileo eran perturbadoras por varios motivos

  • Galileo se basó en sus descubrimientos para criticar la física aristotélica. Los profesores aristotélicos, quedaban en ridículo y atacaron a Galileo incluso con argumentos teológicos (la pretendida contradicción entre Copérnico y la Biblia).

  • La Iglesia católica era muy suspicaz con las interpretaciones de la Biblia, distintas nuevas porque el enfrentamiento con el protestantismo era muy fuerte.

  • Los descubrimientos astronómicos tenían gran influencia sobre la cartografía y la navegación, es decir, eran hallazgos militares y su difusión era inconveniente.

 

En este proceso se amonestó públicamente a Galileo para que abandonara la teoría heliocéntrica de Copérnico y fueron prohibidas tres obras

  • Acerca de las Revoluciones de Nicolás Copérnico, publicado en 1543, donde se exponía la teoría heliocéntrica de modo científico.

  • Un comentario del agustino Diego de Zúñiga, publicado en Toledo en 1584 y en Roma en 1591, que interpretaba algún pasaje de la Biblia según el heliocentrismo.

  • Un opúsculo del carmelita Paolo Foscarini, publicado en 1615, donde se defendía que el sistema de Copérnico no está en contra de la Sagrada Escritura.

 

El motivo que se daba en el decreto para esas censuras era que la doctrina que defiende que la Tierra se mueve y el Sol está en reposo es falsa y completamente contraria a la Sagrada Escritura.

El opúsculo de Foscarini fue prohibido absolutamente. En cambio, los libros de Copérnico y de Zúñiga solamente fueron suspendidos hasta que se corrigieran algunos pasajes y se aprobaron en pocos años.

En 1633, fue procesado de nuevo por seguir defendiendo la teoría heliocéntrica en su obra. A pesar de que el Papa Urbano VIII no la consideraba herética, la veía inadecuada y no quería que se tratara el movimiento de la Tierra como algo real, sólo un como un artificio que facilitaba los cálculos pero Galileo no siguió estas directrices.

El Diálogo se acabó de imprimir en Florencia el 21 de febrero de 1632. Galileo envió enseguida ejemplares a sus colegas por toda Europa en unas fechas en que el continente estaba en pleno desarrollo la Guerra de los Treinta Años.

El Papa, junto con la Congregación, decidió que se condenase a Galileo y que abjurase de su opinión y concedió a Galileo que regresara a su casa en las afueras de Florencia para cumplir su reclusión.

La condena de 1633 no era irrevocable y en el año 1741 Benedicto XIV, ante la prueba óptica de que la tierra seguía una órbita en torno del sol, rehabilito la obra de Galileo.


Una nueva lectura.

No es posible saber cuáles eran los deseos y las razones que movieron a actuar a Galileo, a sus partidarios o a sus detractores. Sólo podemos analizar el registro de los hechos y obtener nuestra conclusión. Los hechos son los siguientes:

 

  • La teoría heliocéntrica fue propuesta por el canónigo polaco Nicolás Copérnico, un hombre prudente que impidió su publicación hasta la fecha de su muerte en 1543. Aunque la teoría de Copérnico no podía demostrarse en su época, la iglesia católica no mostró ninguna oposición.

  • Galileo que fue un hombre insumiso que vivió una época turbulenta. Con su novedoso método científico realizó descubrimientos y defendió nuevas teorías con las que se granjeó enemigos poderosos que defendían la teoría aristotélica que convenía a la iglesia católica.

  • Con sus conocimientos teóricos y sus observaciones desarrolló nuevas técnicas de gran importancia militar: balística, navegación, cartografía, relojería,...

  • Fue amonestado para que abandonara su teoría en 1616, el año en que contactó con Felipe III para desarrollar técnicas de navegación. Felipe III, por motivos políticos y económicos, era enemigo del protestantismo y aliado del Papa.

  • El Papa tenía un interés especial en impedir interpretaciones de la Biblia como las que habían causado los movimientos protestantes.

  • A Galileo se le permitió seguir con sus investigaciones siempre que no defendiera la teoría heliocéntrica. Sin embargo, Galileo no obedeció los dictamines del Papa.

  • Entonces, se le volvió a condenar y se le mantuvo en arresto domiciliario para que pudiera proseguir con sus estudios pero sin difundirlos. Debemos advertir lo extraño de esta situación cuando otros eran condenados a muerte o recluidos en mazmorras.

  • A pesar de todo, Galileo consiguió burlar el cerco y la obra de Galileo se publicó en Holanda, un país protestante.

  • Los conocimientos de Galileo sirvieron por fin para impulsar la navegación de los países protestantes; en especial Inglaterra.

En definitiva, Galileo fue víctima de las circunstancias que lo rodeaba. A pesar de todo, la nueva ciencia inició su camino con Galileo porque el conocimiento da poder.

Referencias.

A. Favaro, Le Opere di Galileo Galilei, G. Barbèra Editore, Firenze, (1968).

Pontificia Academia Scientiarum,I documenti del processo di Galileo Galilei, Ciudad del Vaticano, (1984).

V. Messori, Leyendas negras de la Iglesia, Planeta, Barcelona, (1996).

M. Sharratt,. Galileo: Decisive Innovator , Cambridge University Press, (1994).

S. Drake, Galileo at work: his scientific biography, The University of Chicago Press, Chicago, (1978).